lunes, 25 de abril de 2011

Adiós Gonzalo Rojas





80 veces nadie


Habrá viejos y viejos, unos
vueltos hacia la decrepitud y otros
hacia la lozanía, yo estoy
por la lozanía, el cero
uterino es cosa de los mayas, no hay cero
ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
-y que se me entienda de una vez- es un ocho
carnal y mortal con mis orejas de niño para oír el Mundo,
        un ocho
intacto y pitagórico, mis hermanos
paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
de la Eternidad, mi primer salto al vacío
desde el muelle de fierro contra el oleaje, ahí voy. Difícil
ocho mío nadar con este viejo a cuestas.

Así las cosas, ¿nos entonces vemos
el xxi? Los
verdaderos poetas son de repente: nacen
y desnacen en cuatro líneas, y
nada de obras completas,
                                                                otros
entreleen a su Homero por ahí en inglés entre el ruido
de los aeropuertos a falta de Ilión,
                                                                        Hölderlin
fue el último que habló con los dioses,
                                                                                yo
no puedo. El Hado
no da para más pero hablando en confianza ¿quién
da para más?, ¿el aquelarre
de los nuevos brujos de la Física?, ¿el amor?, pero
¿qué se ama cuando se ama?, ¿las estrellas?, pero ¿quiénes
son las estrellas profanadas como están por las
máquinas del villorio?

                                                        Lo
irreparable es el hastío.

1 comentario:

  1. [centelha da sabedoria, caminho do mundo]

    pela partilha
    um abraço, Marisa

    Leonardo B.

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