Tormentas del siglo XX
El rayo, guadaña,
siega la lluvia.
Vendas de agua
caen como las ropas
-¡oh los grandes abrigos de las despedidas
aquellos abrigos grandísimos
que nunca volvían-
caen como las ropas
del ausente
en el campo vacío del cielo.
Y en la hierba de esta lluvia
flores
que crecían con la fuerza de los ríos
-¡oh los bolsillos del barquero
repletos con las cartas
los silencios y los números prometidos
de los que partieron-
que crecieron con la fuerza de los ríos
en los estuarios.
Todas las flores empezaron
en la palma de una mano,
cada pétalo
en origen
un gesto un movimiento
una caricia
Pon tu jardín en mi mejilla
tu jardín con cinco dedos
en otra ciudad
en mi mejilla.
El carro de heno
cargado con truenos
va rodando por el cielo.
Separación
Nosotros con nuestro errático lenguaje
nosotros con nuestros acentos incorregibles
y otro palabra para leche
nosotros que llegamos en tren
y nos abrazamos en los andenes
nosotros y nuestros vagones
nosotros cuya voz en nuestra ausencia
está enmarcada en la pared de un dormitorio
nosotros que lo compartimos todo
y nada:
ese nada que dividimos en dos
y tragamos con un sorbo
de la única botella,
nosotros a quienes el cuco
enseñó a contar
¿Por qué moneda
han cambiado nuestro canto?
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Somos expertos en regalos
los envueltos
y los que se dejan subrepticiamente.
Antes de partir escondemos nuestros ojos nuestros pies
nuestras espaldas
lo que nos llevamos es para la rejilla de los equipajes.
Atrás dejamos nuestros ojos
en los marcos de las ventanas y en los espejos
nuestros pies atrás
en la alfombra junto a la cama
nuestras espaldas en la cal de las paredes
y en las puertas colgadas de los goznes.
La puerta cerrada detrás de nosotros
y el traqueteo de las ruedas del vagón.
También somos expertos en tomar.
Nos llevamos los aniversarios
la forma de una uña
el silencio de un niño dormido
el sabor de tu apio
y la palabra para leche.
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Vía única, empalmes y
Apeaderos
leen en alto para nosotros.
No existe poema con versos más largos
que las líneas que hemos cogido.
Como chalanes sabemos cómo
calcular la distancia en la boca
Y juzgar su dolor por los dientes.
Con mulas, a pie
en camiones y líneas aéreas
en nuestro corazón
lo llevamos todo,
cosechas, ataúdes, agua,
gasóleo, hidrógeno, carreteras,
las lilas florecidas y
la tierra apaleada en la fosa común.
Nosotros con nuestras malas noticias del extranjero
y otra palabra para leche
¿Qué sabemos de poesía
en nuestras camas solitarias?
Como las comadronas sabemos de
la preñez en las mujeres
y cómo dan a luz,
como eruditos sabemos
lo que hace temblar al lenguaje.
Nuestra carga.
La unión de lo que ha sido dividido
hace temblar al lenguaje.
A lo largo de milenios y de la calle del pueblo
por tundras y bosques
a través de adioses y puentes
hacia la ciudad de nuestro hijo
hemos de llevarlo todo.
Nosotros contenemos poesía
Como los trenes de mercancía del mundo
Transportan ganado.
Pronto los regarán
en las vías muertas.
De "Páginas de la herida" Ed Visor de Poesía- Madrid 1995
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