miércoles, 4 de enero de 2012

El ciudadano del olvido (Vicente Huidobro)




Irreparable, nada es irreparable 

La muerte que no admite que la sigan, la inauguración de la tormenta, la primera sonrisa del viento, todo lo que angustia como la eternidad, todo lo que se rompe en el infinito, la frase huyamos juntos colgando del abismo y rompiendo los puentes tras de sí.
Eso es todo, esto es todo.
Y luego una mirada partida en dos y un hombre entre la vida y la muerte, porque nadie comprende, deja caer el tiempo por sus largos cabellos, sus cabellos tejidos de melancolía y de recuerdos.
Sus ojos hermosos amargos como el espacio dicen: Nada me importa, nada deseo, todo lo he visto, todo lo he vivido.
Horror.
Viejos astros de las admiraciones, plantas de los encantos que salían de su boca y perfumaban los destinos, espirales de vértigo de sus besos pesados de naufragios...y gritar de repente desde la última cumbre: ADIÓS.
Y entonces alejarse envuelto en una capa de huracanes. Huir del pensamiento, dejar atrás la agitación limitada de los hombres y esconderse en la guarida de los pájaros del silencio, allí donde sólo reinan los mil reflejos de la soledad.
Huir de sí mismo y de las trampas que nos tienden nuestras propias alas, saltar al vacío del más avanzado promontorio de las quimeras.
Huir. Desenredarse de sus arterias y huir de sí mismo, huir de sus huesos.
En el postrer aliento queda una palabra por nacer enterrada ya en sus ilusiones, dejando apenas una estela de suspiros, y en la última lágrima hay un ángel que se ahoga sin ni siquiera pedir socorro.
No he sido avaro de mi vida, ni fui avaro de mis naves de lumbres. No he regateado las descargas de mi corazón, ni la electricidad de mis pupilas.
Comprendido habría sido muy otro. Pero no pudo ser, acaso no debió ser.
Mi avión aterrizó siempre sobre los arrecifes donde aguardaban las manos temblorosas tendidas a la angustia y puedo decir, magnífico de orgullo, que muchas veces bajé cargado de ilusiones de Pascua y vacié mis sacos de luz en las faldas de los niños encanecidos de desaliento.
Ahora soy un fantasma de invierno parado en la puerta de los siglos y puedo volverme y gritar antes de pasar el umbral: Ninguno de vosotros ha tenido una vida más bella, ni un cielo más hinchado de estrellas, ni tantas auroras de entusiasmo vertidas por los dioses. Ningún labio conoció más palabras divinas de fiebre, ningún oído escuchó tales temblores de delirio.
Ahora soy un fantasma de nieve, un sembrador de escarcha. Pero volveré trayendo en la frente el sudor de las nubes. Prosternaos vosotros los que no habéis pisado jamás el horizonte.
Ahora soy el fantasma que huye vestido de grandeza y de dolor.
¿Pero mañana?
El mañana es mío. Será mío otra vez como el destino inapelable de la luz, como el terciopelo de los besos que miden la eternidad.
Y un día habrá un pañuelo entre dos estrellas y será el adiós definitivo.
Entonces dirán: Llevaba en sus ojos la piedra filosofal, y muchos viajeros reconocerán otra vez las huellas pesadas bajo el fardo de los tesoros astrales.
Y volverá a dar vueltas el anillo del caos...cumple, cumple tus destinos y los impulsos de las leyes de atracción. Sigue la voluntad celeste y deja alejarse las mariposas y los barcos como los canastos de luz hacia los faros del desastre.





En secreto de flor


Amapola amapola
Voy a tener treinta años
Tantas vueltas del azul y mis sonidos prisioneros
Como el incendio que va a consumir las selvas
O la mujer fatal entre sus nervios
Cantando sobre el mundo o adentro de mis enigmas
O en los puertos que se alejan
Llevados por el viento

Amapola amapola
La dureza del mundo gotea en los abismos
Como la entrega del sepulcro
El silencio galopa en su zona de naufragios
Siguiendo la aventura enfermiza del corazón
Del prisionero en su lazo de lejanías
Con miedo a la soledad y al rumor de los mundos
Cuando tiemblan los huesos de los astros

Amapola amapola
Aúllan los caminos se agitan las fronteras
El cielo se abre para dejar caerl la nieve que viene de sus años
El cielo se abre y por sus vidrios delirantes
Resbala el llanto de los mundos enfermos
Amapola amapola
Qué locura nos ha hecho nacer
De dónde viene esta sustancia de amargura
Y esta atmósfera dolorida y sangrienta que siembra flores después de la tarde
Y nos une a raíces de malhadados sortilegios

Amapola amapola
Libértanos de la demencia humana
Abre las puertas derrumba las murallas
Rompe los límites del alma
Despierta todo lo que duerme en mis rincones
Todo lo que me está quemando con su anhelo
Lo que habla tembloroso en mi memoria
Lo que da la medida del tormento

Amapola amapola
Cuando mi vida no sentía sus distancias
Cuando la fiebre cantaba sus mares
Y abría los horizontes de sus cataclismos
Yo no conocía el peso de mi muerte
El árbol propio tenía sus playas
Y un catafalco de planetas para la actitud cotidiana
Asustado de pensar cubría la luz con mis palomas
Temblaba de soledad y miraba los ojos del espanto
El delirio de las selvas me alcanzaba
Y no podía huir
La voluntad se me dormía sobre una estrella


Amapola amapola
Siento venir el torbellino siento el atardecer hermano
La sed de mundos que se eleva
Y un inmenso futuro de hombres realizados
La violencia del sueño ardiendo en mis adentros
Exige tal destino que no sé qué podría pasar
Una mujer no es suficiente augurio
Siento que se prepara el otoño
Y que algo llora en donde empieza el alma



de: El ciudadano del olvido, LOM ediciones, Santiago de Chile 2001
(edición original 1941)

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